Depresion en el Pueblo (relato de Warcraft 3)
La noche parece mas oscura de lo normal. Asi como los dias parecen menos brillantes. Los pajaros ya no cantan. Los lobos ya no aullan. Los buhos ya no suenan. Lo unico que se escucha estas frias noches es el sonido del viento que parece intranquilo, como si esperase otra tragedia. Como si el pueblo de Lordaeron no hubiese sufrido ya lo suficiente. Primero la cruenta invasion orca, que se cobro las vidas de los ciudadanos de Stranhbrad. Luego el despertar de los muertos que devastaron Brill, Andorhal y por poco Hearthglen. Pero ninguna de esas ciudades alcanzo el dolor que sufrio Stratholme. Su poblacion entera masacrada. Sus edificios reducidos a cenizas. Y su memoria devastada. Fue el comienzo del fin para el que alguna vez fue el amado principe Arthas cuyos ultimos actos lo enfrentaban directamente con su padre. Oh, su padre. El glorioso Rey Terenas, asesinado por la mano de su propio hijo.
La noticia no se hizo esperar. La defuncion del monarca de Lordaeron llego a todos por igual. Tanto aldeanos como bandidos se sintieron afectados por la noticia. Pero no tanto por el hecho de que el gran rey habia sido enviado al mas alla, sino porque daba a pensar en lo que haria su verdugo a continuacion. Este pensamiento les helaba el corazon. Lo mas importante es que no habia rastro de este por ningun lado. Era como si hubiese aparecido solo para cometer ese aborrecible acto y luego se hubiese esfumado. Todos los habitantes del reino, desde Alterac hasta la Capital, temian la aparicion del corrupto joven, cuyo cabello se habia vuelto blanco como la nieve y su hoja era tan amenazadora que congelaba el alma con solo verla.
No se sabe que ocurrio con el en la desconocida tierra de Northrend. Ni por que volvio el solo de la expedicion que habia comandado, cuyas filas formaban centenas. Los unicos que lo siguieron ese fatidico dia eran dos figuras extrañas tan irreconocibles como el propio Arthas, quien presentaba unos ojos que parecia muertos y una piel marchita. Se sabe que elimino al demonio Mal'Ganis, responsable de los horrores ocurridos en el reino. Sin embargo, eso no evitaba que los aldeanos no durmieran por las noches. Y menos con los extraños avistamientos que se hacian a altas horas de la noche. Avistamientos de criaturas putridas, abominables, como las que se vieron marchar sobre Hearthglen. Ciudad donde se llevo a cabo el que seria el ultimo acto heroico del joven de la realeza.
Tres dias han desde que el rey Terenas fue arrebatado de su pueblo, y sus restos han sido incinerados y depositados en una urna especial, la de los reyes. Nunca se sabra por que el antes respetado principe cometio ese acto tan malvado. Ni siquiera se sabe si volvera a ser visto. Con la moral de la armada por lo suelos y la formacion de asentamientos orcos en las colinas, el reino esta servido para una invasion. Una que seguro no tardara en llegar. Los adultos se pasean con miedo y los niños temen quedarse fuera de casa hasta muy tarde. Recientemente, una banda de saqueadores ha aprovechado la situacion para tomar por la fuerza lo que han podido, secuestrando tambien a quienes parecen importantes. No has sufrido ya suficiente, Lordaeron?
La respuesta es no. Aun te queda mucho por experimentar y padecer. El azote de los muertos vivientes que tanto daño te ha hecho no ha sido mas que un telonero. Cuando los cielos ardan y el caos toque a tu puerta, suplicaras una clemencia que no te sera otorgada. Realizaras una plegaria que no sera respondida, un pedido de auxilio que no sera escuchado. Asi lo dice Tichondrius, el Nathrezim.
La noche parece mas oscura de lo normal, mas en esta misma. En la cual tu odiado principe regresa a ti en contra de tus deseos. No viene a justificar sus actos ni a rogar un perdon que no se le otorgaria, sino a desatar mas muerte y terror, a provocar tragedias, a destruir vidas. Es la voluntad de su rey, una marioneta de algo mas grande, de proporciones cosmicas. Tu sufrimiento acabara, ese es el unico consuelo que tendras. Aunque para cuando suceda, no quedara mas que un desierto y ruinas donde antes habia vegetacion y estructuras. Tus llantos de agonia se escuchan, Lordaeron. Y tu corazon se quema mientras tu verdugo pasa...
A TRAVES DE LAS CENIZAS
La noticia no se hizo esperar. La defuncion del monarca de Lordaeron llego a todos por igual. Tanto aldeanos como bandidos se sintieron afectados por la noticia. Pero no tanto por el hecho de que el gran rey habia sido enviado al mas alla, sino porque daba a pensar en lo que haria su verdugo a continuacion. Este pensamiento les helaba el corazon. Lo mas importante es que no habia rastro de este por ningun lado. Era como si hubiese aparecido solo para cometer ese aborrecible acto y luego se hubiese esfumado. Todos los habitantes del reino, desde Alterac hasta la Capital, temian la aparicion del corrupto joven, cuyo cabello se habia vuelto blanco como la nieve y su hoja era tan amenazadora que congelaba el alma con solo verla.
No se sabe que ocurrio con el en la desconocida tierra de Northrend. Ni por que volvio el solo de la expedicion que habia comandado, cuyas filas formaban centenas. Los unicos que lo siguieron ese fatidico dia eran dos figuras extrañas tan irreconocibles como el propio Arthas, quien presentaba unos ojos que parecia muertos y una piel marchita. Se sabe que elimino al demonio Mal'Ganis, responsable de los horrores ocurridos en el reino. Sin embargo, eso no evitaba que los aldeanos no durmieran por las noches. Y menos con los extraños avistamientos que se hacian a altas horas de la noche. Avistamientos de criaturas putridas, abominables, como las que se vieron marchar sobre Hearthglen. Ciudad donde se llevo a cabo el que seria el ultimo acto heroico del joven de la realeza.
Tres dias han desde que el rey Terenas fue arrebatado de su pueblo, y sus restos han sido incinerados y depositados en una urna especial, la de los reyes. Nunca se sabra por que el antes respetado principe cometio ese acto tan malvado. Ni siquiera se sabe si volvera a ser visto. Con la moral de la armada por lo suelos y la formacion de asentamientos orcos en las colinas, el reino esta servido para una invasion. Una que seguro no tardara en llegar. Los adultos se pasean con miedo y los niños temen quedarse fuera de casa hasta muy tarde. Recientemente, una banda de saqueadores ha aprovechado la situacion para tomar por la fuerza lo que han podido, secuestrando tambien a quienes parecen importantes. No has sufrido ya suficiente, Lordaeron?
La respuesta es no. Aun te queda mucho por experimentar y padecer. El azote de los muertos vivientes que tanto daño te ha hecho no ha sido mas que un telonero. Cuando los cielos ardan y el caos toque a tu puerta, suplicaras una clemencia que no te sera otorgada. Realizaras una plegaria que no sera respondida, un pedido de auxilio que no sera escuchado. Asi lo dice Tichondrius, el Nathrezim.
La noche parece mas oscura de lo normal, mas en esta misma. En la cual tu odiado principe regresa a ti en contra de tus deseos. No viene a justificar sus actos ni a rogar un perdon que no se le otorgaria, sino a desatar mas muerte y terror, a provocar tragedias, a destruir vidas. Es la voluntad de su rey, una marioneta de algo mas grande, de proporciones cosmicas. Tu sufrimiento acabara, ese es el unico consuelo que tendras. Aunque para cuando suceda, no quedara mas que un desierto y ruinas donde antes habia vegetacion y estructuras. Tus llantos de agonia se escuchan, Lordaeron. Y tu corazon se quema mientras tu verdugo pasa...
A TRAVES DE LAS CENIZAS
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