Un Mundo No Tan Oscuro 2.3

Capitulo 3: Sangre Evaporada

Keird también se ha levantado temprano, con la boca seca. El calor no afecta a los vampiros ni tampoco el frío, así que no tiene que preocuparse por tener ventilación en su casa. La información de Rudy lo ha hecho pensar, analizando cada cuestión del asunto. ¿Quién es ese hombre? ¿Por qué ha hecho esto? ¿Qué relación tiene con la Iglesia de Vida?
Mientras piensa en esto y mira por la ventana, se hace cortes en los brazos con su navaja. Se ven profundos, pero lo que podría hacer que un humano se desangrara, se cura al instante en la piel de un vampiro. Esto no ocurriría si el objeto punzante fuese de plata o madera, pero Keird sabe esto y su filo de acero cumple el propósito por el que la adquirió hace años: hacerlo sentir vivo. La sangre del joven no llega ni siquiera a verse, pues se evapora al instante y la cortada se cierra como si nada hubiese tocado la pálida piel.
Los ojos del joven estan fijos en la ventana, ignorando por completo la autoflagelación pero efectuandola de todas formas. Los cortes inciaron a los 16 como un experimento de prueba que resultó exitoso. Continuaron a los 17, se incrementaron a los 18, se pararon a los 19 y volvieron a los 20. Solían hacerse cuando Keird se sentía presionado o sin motivos para salir de la cama, así como para armarse de valor. Había otros medios para disipar esta sensación de vacío, como el cigarrillo apagado del día de la fiesta, pero el preferido del joven vampiro era la navaja.
Esta práctica se ha multiplicado desde la muerte de Renata y con el nombre del principal responsable en su conocimiento, la navaja será usada con más frecuencia que nunca antes. Keird siente los cortes, pero son como rasguños más que perforaciones. Su zona de ataque es el antebrazo izquierdo, ambos lados. En algunos días de mucho estrés, Keird suele cambiar a la pierna cuyas zonas sensibles son mucho más grandes.
Luego de minutos de realizar esta actividad, Keird se detiene en seco. Mira su ileso y pálido brazo con una inexpresión pura. Su vacía observación es interrumpida por la voz de su madre que anuncia el desayuno. Un rápido "ya bajo" sale de los labios del joven en voz sutíl pero que aún así llegan a oídos de la vampira. Keird vuelve a mirar a la ventana, a ese sol brillante y de mayor tamaño que podría matarlo en cualquier ocasión si descuidase su seguridad. En su mesita de luz enfrente de su cama reside una foto donde Renata lo acompaña. Se ven felices y llenos de vida. "Eran días más sencillos", piensa él.
El joven hace un ademán de tomar la foto pero se detiene en pleno proceso. En cambio, se levanta de la cama, la destiene y pone las sabanas en posición para que se tiendan solas gracias a la magia. Al salir de su habitación y cerrar la puerta, la navaja de acero queda debajo de la almohada. En la foto, los jovene sonríen y se abrazan. La imagen es bastante tierna y nostálgica. Un pequeño marco que muestra a dos niños que ya no existen.

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