Un Mundo No Tan Oscuro 2.7
Capitulo 7: Fuego Blanco
Empezó como una extraña propagación de origen desconocido que impregnó todo el lugar. El mismo confundió a los presentes y hasta les causó temor. Luego, el órgano principal empezó a sonar extraño. Acto seguido, unas luces emergieron de las cortinas, como si hubiese personas detras de ellas. Luego el humo alcanzó todos los rincones, el sonido del órgano incrementó y las luces brillaron más fuertes. Y antes de que las personas del interior y el exterior se pudiesen dar cuenta del problema en el que estaban, la parroquia de la Santa Iglesia de Vida de Riddleton City había estallado en una bola de fuego, humo y escombros.
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El joven Roke caminó hasta la gris y mecánica puerta del laboratorio hasta que estuvo justo frente a ella. Vió la ventana circular, la manivela y el panel de seguridad del lado derecho. Cuando era cachorro, esa puerta le parecía enorme, como un gran e imponente muro que escondía conocimiento. Ahora, de mayor, o mejor dicho, de adolescente, no le causaba ninguna sensación.
Pensó un momento en si tomar la manivela o no, pero al sentir el calor aumentando y empezando a hacerle sudar, se decidió y la tomó, abriendo la puerta. Una larga escalera se le presentó, en total oscuridad. El chico no tardó en empezar el descenso cuando sintió una agradable y fría brisa proveniente de la profundidad. Arrimó la puerta sin cerrarla por completo y bajó hasta el último escalón. Al sentir una diferencia notable de la temperatura comparada con la de afuera, suspiró con felicidad y se transformó.
Su vista de lobo le ayudó a ver en la oscuridad, cosa que resultó bastante útil. El lugar era considerablemente pequeño comparado con el piso superior. En las paredes había archiveros y cajones. A la derecha, había una mesa larga con varios objetos científicos como tubos de ensayo de todos los tamaños y formas. En una mesa del centro, recostado sobre sus brazos y sentado en su silla, estaba el Sr Sitwell dormido como un tronco. Al lado de él, había un plato con un sandwich de carne, tomate y zapallo, todos provenientes del establo y cultivo del patio.
Roke no sabía que su padre se encontraba allí. De haberlo sabido, habría tocado la puerta. Procurando no despertarlo, el joven siguió explorando el lugar. Avanzó hasta uno de los ficheros que decía "Semana 1". Al intentar abrirlo, las luces se encendieron de golpe y una alarma sonó. El cajón se abrió revelando una colección de cintas y archivos. El Sr Sitwell se despertó al instante.
-¿Qué... qué esta...?
El científico se frotó los ojos y miró a su alrededor.
-¿Roke? ¿Qué haces aquí? -dijo aún adormilado y mirando a su hijo frente al archivero.
-Yo...
Roke no había pensado que hacer en una situación así. De hecho, nunca sabía qué decir en momentos como este.
-Ah... hacía calor arriba y... pensé que aquí... estaría fresco... -decía el chico de forma entrecortada.
El adulto fue ante él para cerrar el archivero y apagar la alarma.
-Pero... ¿cómo entraste? Puse el cierre.
Roke se confundió.
-No... no había ningún cierre...
Antes de que Robert pudiera seguir hablando, unos gritos llegaron a los oídos de ambos. Era la mujer de la casa quien acababa de llegar y encender la televisión. Sin embargo, no eran gritos de pánico ni dolor, sino de alegría.
-¡Amor, amor! -decía la loba vivazmente.
La puerta del laboratorio se abrió de golpe. La señora, convertida y con la cola agitandose a velocidades enormes, vió a ambos hombres en el profundo llugar.
-Ay, que bueno que estas despierto, Roke. ¡Vengan, deben ver esto!
Los ocupantes del laboratorio se miraron y obedecieron dicha orden. Roke se adelantó a su padre y subió las escaleras con rápidez. Ya no le importaba el frío ni el calor, solo quería saber qué quería su madre. Robert, en cambio, se tomó su tiempo, volviendo a mirar alrededor como si algo del lugar fuese diferente.
De vuelta en la cálida superficie, Roke se destransformó pero su madre no. En cambio, esta seguía agitando su cola como si las mejores noticias hubiesen llegado a su vida. Pese al calor, seguía con su uniforme de trabajo y no parecía importarle en lo más minimo. Apuntó a la televisión que emitía el canal de noticias más famoso, el primero que había cubierto la tragedia.
Roke y Robert miraron la tele confundidos mientras Freya esperaba sus reacciones con una sonrisa de oreja a oreja. En el televisor se escuchaba:
-... y los inquilinos de la calle Vionda se despertaron de golpe debido a una explosión en la parroquía de la Santa Iglesia de Vida que redujo el lugar a escombros...
Al oír estas palabras y ver estas imagenes, se generaron 3 reacciones diferentes. La mujer lobo saltó de alegría y su sonrisa, aunque pareciese imposible, se amplió de sobremanera. El joven se transformó de golpe ignorando el calor y su cola se movió a la misma velocidad que la de su madre. El hombre humano se sorprendió y soltó una risita acompañada de una sonrisa que se formaba. No imitó el entusiasmo de su familia, quienes brincaban y se abrazaban como si la justicia hubiese sido efectuada, pero estaba felíz. Su expresión cambió cuando siguió viendo la televisión y vio algo que los emocionados licantropos no vieron por su festejo.
En un momento, la cámara rotó a una figura que Sitwell reconoció y le causó temor. Era una figura ennegrecida y difuminada por la cámara, que parecía estar mirando fijamente a los televidentes.
-Ay no... -susurró el hombre mirando a su laboratorio y pensando en el archivero que su hijo había abierto. -Ellos no... No ellos...
Los licanos a su lado lo escucharon y lo vieron con extrañeza.
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En las casas de Keird y Dorothy la reacción ante el conocimiento de la ardiente noticia fue más o menos la misma.Pensó un momento en si tomar la manivela o no, pero al sentir el calor aumentando y empezando a hacerle sudar, se decidió y la tomó, abriendo la puerta. Una larga escalera se le presentó, en total oscuridad. El chico no tardó en empezar el descenso cuando sintió una agradable y fría brisa proveniente de la profundidad. Arrimó la puerta sin cerrarla por completo y bajó hasta el último escalón. Al sentir una diferencia notable de la temperatura comparada con la de afuera, suspiró con felicidad y se transformó.
Su vista de lobo le ayudó a ver en la oscuridad, cosa que resultó bastante útil. El lugar era considerablemente pequeño comparado con el piso superior. En las paredes había archiveros y cajones. A la derecha, había una mesa larga con varios objetos científicos como tubos de ensayo de todos los tamaños y formas. En una mesa del centro, recostado sobre sus brazos y sentado en su silla, estaba el Sr Sitwell dormido como un tronco. Al lado de él, había un plato con un sandwich de carne, tomate y zapallo, todos provenientes del establo y cultivo del patio.
Roke no sabía que su padre se encontraba allí. De haberlo sabido, habría tocado la puerta. Procurando no despertarlo, el joven siguió explorando el lugar. Avanzó hasta uno de los ficheros que decía "Semana 1". Al intentar abrirlo, las luces se encendieron de golpe y una alarma sonó. El cajón se abrió revelando una colección de cintas y archivos. El Sr Sitwell se despertó al instante.
-¿Qué... qué esta...?
El científico se frotó los ojos y miró a su alrededor.
-¿Roke? ¿Qué haces aquí? -dijo aún adormilado y mirando a su hijo frente al archivero.
-Yo...
Roke no había pensado que hacer en una situación así. De hecho, nunca sabía qué decir en momentos como este.
-Ah... hacía calor arriba y... pensé que aquí... estaría fresco... -decía el chico de forma entrecortada.
El adulto fue ante él para cerrar el archivero y apagar la alarma.
-Pero... ¿cómo entraste? Puse el cierre.
Roke se confundió.
-No... no había ningún cierre...
Antes de que Robert pudiera seguir hablando, unos gritos llegaron a los oídos de ambos. Era la mujer de la casa quien acababa de llegar y encender la televisión. Sin embargo, no eran gritos de pánico ni dolor, sino de alegría.
-¡Amor, amor! -decía la loba vivazmente.
La puerta del laboratorio se abrió de golpe. La señora, convertida y con la cola agitandose a velocidades enormes, vió a ambos hombres en el profundo llugar.
-Ay, que bueno que estas despierto, Roke. ¡Vengan, deben ver esto!
Los ocupantes del laboratorio se miraron y obedecieron dicha orden. Roke se adelantó a su padre y subió las escaleras con rápidez. Ya no le importaba el frío ni el calor, solo quería saber qué quería su madre. Robert, en cambio, se tomó su tiempo, volviendo a mirar alrededor como si algo del lugar fuese diferente.
De vuelta en la cálida superficie, Roke se destransformó pero su madre no. En cambio, esta seguía agitando su cola como si las mejores noticias hubiesen llegado a su vida. Pese al calor, seguía con su uniforme de trabajo y no parecía importarle en lo más minimo. Apuntó a la televisión que emitía el canal de noticias más famoso, el primero que había cubierto la tragedia.
Roke y Robert miraron la tele confundidos mientras Freya esperaba sus reacciones con una sonrisa de oreja a oreja. En el televisor se escuchaba:
-... y los inquilinos de la calle Vionda se despertaron de golpe debido a una explosión en la parroquía de la Santa Iglesia de Vida que redujo el lugar a escombros...
Al oír estas palabras y ver estas imagenes, se generaron 3 reacciones diferentes. La mujer lobo saltó de alegría y su sonrisa, aunque pareciese imposible, se amplió de sobremanera. El joven se transformó de golpe ignorando el calor y su cola se movió a la misma velocidad que la de su madre. El hombre humano se sorprendió y soltó una risita acompañada de una sonrisa que se formaba. No imitó el entusiasmo de su familia, quienes brincaban y se abrazaban como si la justicia hubiese sido efectuada, pero estaba felíz. Su expresión cambió cuando siguió viendo la televisión y vio algo que los emocionados licantropos no vieron por su festejo.
En un momento, la cámara rotó a una figura que Sitwell reconoció y le causó temor. Era una figura ennegrecida y difuminada por la cámara, que parecía estar mirando fijamente a los televidentes.
-Ay no... -susurró el hombre mirando a su laboratorio y pensando en el archivero que su hijo había abierto. -Ellos no... No ellos...
Los licanos a su lado lo escucharon y lo vieron con extrañeza.
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Mientras el vampiro desayunaba acompañado de su madre, vio la noticia en televisión. La mujer se alegró al instante, aunque Keird tardó en sentir lo mismo. Un golpe tan duro a una institución que odiaba su existencia era algo que le generaba cierta satisfacción, pero por otro lado veía el humeante edificio en llamas siendo apagadas y no pudo evitar recordar el club en donde su vida se vino abajo.
-Esto hay que celebrarlo. -dijo la sra Waltman y, acto seguido, se levantó y fue hasta la cocina con intención de traer algo especial.
El joven seguía mirando la noticia, disputándose entre estar felíz por la imagen o triste por el recuerdo que la misma influia. No fue hasta que su padre tocó su hombro que logró salir de su trance.
-Bastante extraño. -dijo el vampiro a espaldas de su hijo. -Una semana después de que nuestra comunidad es atacada, les pasa lo mismo a estos.
El Sr Waltman ha estado trabajando sin descanso tratando de averiguar la identidad del nombre que le dieron la otra noche.
-Es una coincidencia. -dijo el hijo mirando su plato de sangre de cerdo.
-He vivido lo suficiente como para saber que no existe tal cosa, hijo. -respondió el padre sentandose al lado del chico. -He visto este tipo de cadenas de tragedias antes. Alguien quiere enviar un mensaje. Anunciar el miedo.
Keird apartó la vista del televisor para mirar a su padre.
-¿Whitman? -preguntó con cierta preocupación.
-Seguramente. Aunque por más que he tratado, no encuentro nada sobre él. Es como si no existiera. Todo lo que tengo es al culto de los Hijos de Abadon, y ni eso.
Mientras el vampiro hablaba, sus puños sobre la mesa se cerraban con fuerza. Esta acostumbrado a controlar la situación, no que sea al revés.
-He oído algo de ellos. -dijo la mujer desde la cocina. -Hace bastante ya. Eran terroristas sin barreras.
Lynn apareció cargando una bandeja totalmente roja.
-Atacaban a todos.
Tras depositar la bandeja sobre la mesa, la vampira se sentó junto a su marido. Han estado juntos desde hace 30 años, pero ambos siguen luciendo exactamente iguales que cuando él la convirtió, esa cálida noche de julio.
-Si. -dijo Magnos abriendo la bandeja y tomando una de las bolsas de sangre que estaban apiladas como una montaña. -Pero fueron eliminados hace tiempo. Se volvieron una leyenda urbana que los padres no humanos le cuentan a sus niños. "Si no te portas bien, Abadon vendrá por ti junto a sus 600 seguidores" o estupideces así.
La mujer sonrió al oír esa imitación. Keird estaba atento. Se preguntaba si los demás sobrevivientes sabrían de esa información. Y como si hubiera leído sus pensamientos, su padre le preguntó:
-¿Qué hay de los demás, Keird? ¿Han descubierto algo?
Keird pensó en esto y respondió lo siguiente:
-Si lo han hecho, no lo han dicho. Por lo que dijeron, han chocado con el mismo muro. Todos concuerdan que ese Whitman tuvo algo que ver pero no saben como demostrarlo.
Keird tomó una de las bolsas y siguió hablando.
-Básicamente, buscamos a un fantasma.
Los padres se miraron. Notaban que su hijo estaba con la moral baja. Todos bebían la sangre endulzada pero el disfrute no era el mismo para los 3 individuos.
-
Dorothy se enteró de otra forma: cuando su teléfono sonó anunciando un mensaje del grupo de sobrevivientes. Aún con sueño, su primer pensamiento fue ignorarlo, pero ese sonido continuaba como disparos de ametralladora en su cerebro.
-¿Por qué no lo puse en vibrador...? -dijo con una voz temblorosa y una mente adormilada que le impedía recordar que el teléfono ya estaba en esa opción de sonido.
Levantando su cabeza y limpiandose la baba que le caía por la boca, leyó los mensajes y se despertó de repente.
-¿Vieron la noticia? xDDD -leiá un mensaje de Roke.
-Tomad eso, putos racistas. -escribía Austin.
De esa naturaleza eran los mensajes que Dorothy leía. Rápidamente se dirigió a la sala y encendió su televisor de 20 pulgadas. Al hacerlo, la misma imagen que Keird vio se presentó ante ella:
-... más de 30 muertos en la parroquía de la Santa Iglesia de Vida. Hace no más de una hora, el edificio eclesiástico estalló de forma increíble, matando a todos en su interior...
Una risa fuerte salió de la boca de Dorothy, quien subió el volumen. Hubiese seguido riéndose de no ser porque vió una figura difuminada en el tejado de enfrente, similar a la que el Sr Sitwell habia visto.
A medida que la mente de la joven se recomponía, recordó algo importante: hace algunas noches, su busqueda del nombre y los intercambios de información en el grupo la llevaron a portales ocultos de un grupo llamado "los Hijos de Abadon." Portales en los que se mostraban listas de miembros, todos tachados en rojo, y lo más interesante: la biblia de la religión completa en PDF. Era larga, con más de 500 páginas, cada una presentando de 5 a 10 parrafos.
Al escuchar otra vez el anuncio de las 30 muertes, Dorothy corrió de nuevo a su habitación, sacó su computadora del estado de suspensión y volvió a la página del culto. Sus memorias empezaban a restaurarse por completo y, buscando y buscando de entre todos los parrafos que había leído, encontró lo que buscaba. El mismo se titulaba "Aglantes 2:10" y decía:
"Fuego rojo y humo negro supuran de la torre blanca. 30 cabezas son consumidas por ellos. En los alrededores, los 7 hermanos observan y rezan. Los ojos del mundo no pueden verlos. Pero pronto lo harán."
Dorothy no pudo evitar ver la correlación de los hechos. Rápidamente le sacó una foto al parrafo en cuestión y lo mandó al grupo, seguido de un mensaje que decía "Hay que reunirnos"
La figura difuminada del techo desapareció, solo para aparecer nuevamente en otro angulo, acompañado de otras 6. En la computadora de Dorothy, algo se enciende, una alarma de alerta. La joven la oye pero no puede hacer nada antes de que su computadora se apague para siempre.
-Si lo han hecho, no lo han dicho. Por lo que dijeron, han chocado con el mismo muro. Todos concuerdan que ese Whitman tuvo algo que ver pero no saben como demostrarlo.
Keird tomó una de las bolsas y siguió hablando.
-Básicamente, buscamos a un fantasma.
Los padres se miraron. Notaban que su hijo estaba con la moral baja. Todos bebían la sangre endulzada pero el disfrute no era el mismo para los 3 individuos.
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Dorothy se enteró de otra forma: cuando su teléfono sonó anunciando un mensaje del grupo de sobrevivientes. Aún con sueño, su primer pensamiento fue ignorarlo, pero ese sonido continuaba como disparos de ametralladora en su cerebro.
-¿Por qué no lo puse en vibrador...? -dijo con una voz temblorosa y una mente adormilada que le impedía recordar que el teléfono ya estaba en esa opción de sonido.
Levantando su cabeza y limpiandose la baba que le caía por la boca, leyó los mensajes y se despertó de repente.
-¿Vieron la noticia? xDDD -leiá un mensaje de Roke.
-Tomad eso, putos racistas. -escribía Austin.
De esa naturaleza eran los mensajes que Dorothy leía. Rápidamente se dirigió a la sala y encendió su televisor de 20 pulgadas. Al hacerlo, la misma imagen que Keird vio se presentó ante ella:
-... más de 30 muertos en la parroquía de la Santa Iglesia de Vida. Hace no más de una hora, el edificio eclesiástico estalló de forma increíble, matando a todos en su interior...
Una risa fuerte salió de la boca de Dorothy, quien subió el volumen. Hubiese seguido riéndose de no ser porque vió una figura difuminada en el tejado de enfrente, similar a la que el Sr Sitwell habia visto.
A medida que la mente de la joven se recomponía, recordó algo importante: hace algunas noches, su busqueda del nombre y los intercambios de información en el grupo la llevaron a portales ocultos de un grupo llamado "los Hijos de Abadon." Portales en los que se mostraban listas de miembros, todos tachados en rojo, y lo más interesante: la biblia de la religión completa en PDF. Era larga, con más de 500 páginas, cada una presentando de 5 a 10 parrafos.
Al escuchar otra vez el anuncio de las 30 muertes, Dorothy corrió de nuevo a su habitación, sacó su computadora del estado de suspensión y volvió a la página del culto. Sus memorias empezaban a restaurarse por completo y, buscando y buscando de entre todos los parrafos que había leído, encontró lo que buscaba. El mismo se titulaba "Aglantes 2:10" y decía:
"Fuego rojo y humo negro supuran de la torre blanca. 30 cabezas son consumidas por ellos. En los alrededores, los 7 hermanos observan y rezan. Los ojos del mundo no pueden verlos. Pero pronto lo harán."
Dorothy no pudo evitar ver la correlación de los hechos. Rápidamente le sacó una foto al parrafo en cuestión y lo mandó al grupo, seguido de un mensaje que decía "Hay que reunirnos"
La figura difuminada del techo desapareció, solo para aparecer nuevamente en otro angulo, acompañado de otras 6. En la computadora de Dorothy, algo se enciende, una alarma de alerta. La joven la oye pero no puede hacer nada antes de que su computadora se apague para siempre.
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