Volví a jugar Warcraft 3 y llegué a la conclusión de que soy felíz

Descargué Warcraft 3 hace dos meses. Dos días después mi notebook se rompió. El disco estaba muerto y cuando lo formateé por mi cuenta lo terminé de romper. Mi mamá encontró un local de reparaciones que no había cerrado pese a la cuarentena que empezaba a tomar fuerza. Agendé su número en whatsapp y con una llamada resolví llevarle la maquina en ese mismo momento.
Salí de casa, notebook en bolsa y con un barbijo tapando mi boca. Me asfixiaba y empañaba mis ojos, impidiendome ver. Camine unas siete cuadras hasta el local. Estaba cerca del hipermercado Coto, el cual es el único lugar donde se vende yogur de sabor banana, que se volvió mi favorito desde la primera vez que tocó mi paladar harto de los sabores frutilla y vainilla.
Llegué al local y espere a que el hombre enfrente de mi se marchara. Buscaba baterías para su celular. Cuando se fue, le expliqué mi problema a los dos hombres del lugar. Les entregué mi notebook con el cargador y me marché, tomando un colectivo para llegar a casa y no tener que caminar tanto. No tuve mucho cuidado en tocar los postes de acero, pero decidí que no tocaría nada hasta llegar al baño de mi casa.
Esto fue un jueves. El sabado me llamaron.
Fuí a recogerla y estaba como nueva. Era como si fuese otra maquina. Las páginas y los videos no tardaban nada en cargar. Los directos iban fluídos. Era glorioso. Decidí no descargar de nuevo el Warcraft. Quería gozar lo máximo posible de este reinicio. Tardé dos meses en decidir que lo descargaría de nuevo.
El link ya no existía.
Lo había sacado de mi grupo de Facebook de fans del juego. Funcionaba perfecto. Con un solo click pasabas de una expansión a otra. En esa versión, antes de que se la notebook se rompiera, solo jugué un mapa personalizado y no pasé del tercer nivel de la campaña humana, prueba de lo mal que estaba mi portatil. Es dificil que me entristezca por algo (más no que llore), y pensé que me sentiría peor. Pero no lo estaba. Me sentía felíz por tener mi compu de vuelta.
Dos meses después busqué otro link.
Fue uno de los primeros que encontré. Probe dos, uno de Torrent y otro de Blizzard. Me decidí por el primero al ver que el segundo tardaba mucho, además de que no quería que Blizzard me detectase pirateando su obra magna, la cual bastardearon y arruinaron con el fiasco de remasterización llamado Reforged. No contentos con no cumplir su promesa de rehacer cinemáticas y añadir personajes que tendrían relevancia, quitaron la opción de jugar el juego original. Eso causó que la empresa que antes adoraba se convirtiese en una entidad a la que juré odio eterno.
Instalé el uTorrent y descargué el juego.
Cuando entré, todo se sintió bien. Andaba normal, sin trabas. En el curso de los días siguientes, me pasé todas las campañas de ROC y TFT, tomandome mi tiempo en la campaña de Rexxar, pues la adoro por su toque RPG y mi pobreza me impide jugar WoW. Actualmente, he descargado algunos mapas custom y pienso jugar campañas en el futuro. El primero que descargué fue X Hero Siege, uno de los tantos mapas que me seducieron cuando los ví en YT. Es bastante entretenido, con varios héroes para usar, pero se nota que está pensado para jugar con amigos. Otro que descargué fue Lost Temple, un intento de RPG. Y digo "intento" porque es bastante malo. Pocas misiónes, algunas que ni siquiera funcionan, y una sensación de vacío y pocas ganas. Otros dos que tengo y jugué son el Broken Alliances, que se juega bastante bien teniendo en cuenta la cantidad de unidades en pantalla, y el Alliane vs Horde, otro RPG para armar una guild y luchar contra monstruos y jefes. Tengo otros en espera, como el Horde vs Alliance y otros de estilo RPG. Uno que no puedo jugar, supongo que por la versión del juego, es uno llamado "Invasión de Fuego". Consta de tres capitulos y tengo la sensación de que es un mapa que jugué en mi niñez donde podías utilizar a los héroes de las campañas en una especie de secuela fanfic, aunque no estoy seguro.
Más allá de que ese y otros mapas no funcionen, de que los niveles tengan lag tras cierto tiempo en ellos, de que las paginas volviesen a andar lento y mi internet se vaya dos por tres... soy felíz.
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Otro tema es que soy un gamer de corazón. Crecí con la PS2, con Crash Bandicoot, Simpsons Hit & Run, Gta San Andreas y Vice City, Black... Por eso estuve al borde de la locura cuando no pude jugar a mi PS3 luego de que la formateasen. El pretexto de mi hermana mayor era que si la conectabamos a la tele, esta se rompería, pues en una ocasión pasada se apagaba sola, y ella se lo atribuía a la consola. Dos años pasaron sin poder jugar libremente. Lo único que podía hacer era jugar conectandola en la tele del comedor, la cuál es viejisima y de pésima calidad, cuando estaba solo en casa con mi hermana en la universidad o trabajando y mi madre en el trabajo. Aún con ese peculiar metodo, llegué a pasarme Gta 4 (con sus dos expansiones), Batman Arkham Asylum y Red Dead Redemption (con Undead Nightmare). Yo le intentaba dar a entender que la play entraba perfectamente en la tele del comedor pero ella siempre me negaba la oportunidad.
Un día, mi hermana decidió que no podía negar más.
Su deseo de jugar Minecraft, su juego favorito, la llevó a decirme que le demostrase mi teoria. El tema se nos pasó varios días hasta que por fin lo comprobó. Conecté la play de la misma forma que lo hice durante un año y medio y puse el campo cuadriculado de Minecraft. Al principio ella se alegró, pero al ver que la pesima calidad del cableado de la tele causaba que una linea colorienta manchase el centro de la pantalla, su alegría se disipó.
Pero la teoría había funcionado. La play funcionaba. Y ella ya no podía negarlo.
Esto fue hace tres meses, y he vuelto a jugar libremente dese entonces. Solo puedo los viernes y sabados, sin embargo, pues ella sostiene que no puedo estar viciando todos los días de la semana, pese a que no curso en la universidad online aún y no tengo trabajo esencial. En realidad no me molesta, pues menos días de juego significa que no acabaré los juegos tan rápido y podré aprovechar esta cuarentena eterna al máximo. En este tiempo he terminado Batman Arkham City y estoy jugando Gta 5, y tengo otros 10 juegos apilados listos para venir.
El único problema es que no estoy jugando en mi cuenta.
Mi perfíl se llamaba Nycto-s y esa cuenta es la que use para jugar todo lo de PS3 desde que mi hermano la trajo hace 6 años apróximadamente. Ahí jugué Dead Rising 2 Off the Record, prestado por mi sobrino, que se volvió una obsesión que jugué por años. Cuando estaba por completar la historia, cargaba la partida y empezaba desde el inicio con distintos skins y armas. Soñaba con los sobrevivientes, pensando en formas de salvarlos debido a mi naturaleza completista de hacer todas las misiones que los juegos tienen para ofrecer. Conocí a decenas de jugadores en el modo online a los que añadía a mi lista de amigos al instante. También jugué, comprados por mi hermano de forma virtual, Far Cry 3 Blood Dragon, Metro Exodus, Max Payne 3 y el que se volvió mi juego favorito de la nueva generación: Borderlands 2 y todos sus DLCs. Pasé el juego dos veces con Salvador el Gunzerker y otras dos con Krieg el psicópata, y gozé del online al meterme a partidas públcias de gente con nivel mayor y tomando armas y jefes que nunca había visto.
Cuando la play se formateo, perdí la cuenta.
La que tengo ahora es una argentina que creó mi hermano para comprar juegos con moneda local. Nunca la usamos para jugar, salvo mi hermana para Minecraft. Por suerte, recuperé parte de los juegos de las cuentas de mi hermano, como Max Payne 3 y The Evil Within (que dejé a medias justo cuando la play se rompió), pero por desgracia no el Borderlands 2, pues ese está en una cuenta estadounidense y por alguna razón no puedo activarle la PS Store.
Más allá de que no podré volver a jugar Borderlands y todos los otros treinta juegos que estaban en esa cuenta, de que todos los datos de Nycto-s se han perdido,  de que la tele se vea horrible y no pueda entrar a la aplicación de Youtube... soy felíz.
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Al principio del año me propuse que este sería MI año.
Luego de un estrepitoso error en la universidad, al haber abandonado la carrera de ingeniería informática debido a mi dificultad con las matemáticas, me decidí por abogacía. No porque el ámbito legal me llame, pues la "justicia" argentina esta corrupta desde la medula, con jueces cobardes y codiciosos que se lanzan por el primer sobre que ven en la esquina. Tampoco porque deseo ser un abogado exitoso, pues es imposible ser imparcial y llegar a algo en el organo legal argentino, con un código que ataca a la inocente victima y protege al cruel victimario. Y mucho menos por la institución a la que asistire, pues en mi país la educación pública esta dominada por la ideología de izquierda que adoctrina a las mentes más jovenes enseñandoles a sumirse a figuras nefastas e ignorantes. Mi única intención es tener algo que hacer y obtener un titulo que me permita salir de este país condenado y funcionar en lugares donde la justicia SI funciona.
También me propuse trabajar, ya rozando los 20 años de edad.
Con ayuda de mi hermana, diseñamos curriculums, los imprimí y repartí allá donde necesitasen. En locales de ropa, en restaurantes, en pequeños negocios en Wal-Mart. En total entregué dos de veinte que imprimí, y volví a casa esperando una llamada afirmativa. Deseaba obtener experiencia laboral para tener mi propio dinero, pues mi única fuente de ingresos es mi retirado y testarudo padre, cuya jubilación militar por haber servido en la marina ha sido uno de los pilares de nuestra casa desde casi siempre.
Entonces llegó la pandemia, y todo se cerró.
La crisis se acrecentó. El estado abandonó a las pequeñas empresas y todo el ambiente se oscureció, no solo por las nubes de invierno tapando el cielo. La gente sale de a pocos, con barbijos en sus bocas como yo cuando llevé mi notebook a reparar. Estan enojados, frustrados de que no pueden ver a sus amigos y familiares o atender sus negocios. Como si fuera poco, el estado los oprime. Mediante propaganda diseminada por los medios complices, les meten en la cabeza cifras dudosas y poco realistas. Nos quieren disuadir diciendonos que las principales naciones del mundo tampoco la estan pasando bien y, de forma descarada, nos mienten mostrandonos imagenes de otras partes del mundo y dicen que son de acá, de tu hospital predilecto.
El estallido social se siente. La gente se está cansando. Pero eso no me incumbe aún.
Mi tercer objetivo para este año era aprender artes marciales. Soy un fan de las películas y juegos de acción. Amo los comics de superheroes y el concepto del vigilante, aquel individuo que, harto de las injusticias, se pone un traje y sale a la calle a castigar el mal con sus puños. No pienso serlo, por supuesto, pues conozco los riesgos y soy muy consciente de que la vida no es como en los medios de entretenimiento que adoro tanto y consumo a diario. Pero me gusta fantasear. Y me encantaría tener un minimo de los movimientos que los personajes que admiro conocen.
Vivo a dos cuadras de un parque gigante.
Al lado del parque, hay un edificio municipal donde se entrena gratuitamente a jovenes en distintos deportes. Natación, atletismo, y lo más importante, defensa personal. El año pasado había intentado aprender taekwondo, pero cuando el entrenamiento se hizo más intenso y personal, y cuando me exigieron comprar el uniforme propio del arte, me bajé. Lo abandoné, justo como a la ingeniería informática. Y este año me propusé volver y no renunciar por nada en el mundo. Aprendería kick boxing, taekwondo, muay thai y todo lo que estuviese disponible. Sudaría, lloraría, sufriría, recibiría golpes y moretones, caería al suelo, pero siempre me levantaría por más y lo intentaría de nuevo. No importaba nada, solo no decaer. No dimitir. Me diría las palabras que mi Youtuber favorito dijo en su video motivacional: Puedes hacerlo. Puedes. Hacerlo.
Pero llegó la pandemia.
Más allá de que no iré a la universidad fisicamente y si llegó a asistir por el resto del año seré adoctrinado por este sistema público izquierdista, de que no conseguiré trabajo y seguiré siendo un parasito en mi casa aunque mi familia no quiera admitirlo, de que no me pondré en forma y aprenderé habilidades que me ayudarían a enfrentar este ya de por si duro mundo... soy felíz.
Porque tengo Wacraft 3. El juego de mi infancia.
El primero que jugué. El que me metió en el mundo de los videojuegos y me hizo quien soy.
Soy felíz. Y es importante serlo. La vida es demasiado corta para sentir odio, tristeza y otras emociones que te lastiman. Hay gente que es felíz saliendo, yo lo soy estando adentro. Hay gente que es felíz bebiendo con sus amigos, yo lo soy jugando con los mios. Soy felíz. Y puedo decirlo sin dudarlo.
Soy felíz. Y eso es lo que importa.
Ahora iré a jugar, que dejé una partida del Broken Alliances pendiente y tengo que probar otros tres mapas.
;)

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