Un Mundo No Tan Oscuro 1.5

Capitulo 5: Colas y Colmillos

Roke y sus amigos hacían su competencia de chupitos anual. Siempre que iban a la fiesta, era obligatorio que esa actividad se realizara. Luego de varios años, era gracioso ver quien sucumbiría primero al alcohol y la gravedad. Normalmente, era Torby. Pero las cosas siempre podían cambiar.
-¡Otro! - gritaron todos juntos al brujo de la barra, que mediante magia se ahorraba el trabajo de cargar las copas con el alcohol natural de la canilla (que se yo como se dice, no bebo). Con un solo toque de los dedos en el vidrio, llenaba las copas con la bebida ordenada. Se las entregó, sin darle importancia de que ya estuvieran en la septima ronda y que los tragos que ordenaban no eran de una bebida muy lo que diriamos... liviana.
-Corby, vas a caer y lo sabes... - dijo Vaast con voz ebria y tambaleandose.
-Me llamo Torby, pedazo de pus de molusco... - le respondió el joven, luchando por unir las palabras.
-¡Roke! - gritó Vaast a su amigo quien estaba con la copa en la mano. - ¿Puedes continuar, viejo?
-¿Que si puedo? - le respondió, chocando el vaso con la mesa. - Podría seguir toda la noche. ¿Pero ustedes? Se derrumbarán en la siguiente. -dijo, soltando una risita.
Los demas hicieron lo mismo. Y al colocar los vasos en la mesa, los 5 dijeron al mismo tiempo:
-¡SEPTIMA!
Levantaron las copas por encima de sus bocas y depositaron el interior en sus gargantas. Sus pelajes se erizaron y sus orejas se sacudieron. Sus colas no podìan estarse quietas. Soltando un suspiro, todos vieron como Tablin cayó de su asiento, y explotaron en carcajadas.
-¡Torby te ganó, perro!
-Ah, pudranse... - dijo el borracho joven tendido en el suelo.
-Bueno... uno menos... veamos quien llega a la doceava... - dijo Roke con una sonrisa.
En todos los años que hacían la competencia de tragos, el límite al que habían llegado era a 12 tragos. No más. Todos caían en la novena y la décima y solo Klad y Tablin habían llegado a la 12, antes de desplomarse en el piso con mas alcohol que sangre en las venas. Je, lo que es ser joven. Llena ese sano cuerpo de las peores cosas que te puedas encontrar y llegarás a algo en la vida. Si, a aspirante a inquilino de un puente. En fin, veamos en que anda el otro.
-
Keird, aguantandose las ganas de gritar de dolor, logró convertirse en murciélago y mantener el vuelo.
-Wow, no mentías. - dijo Alvin con una sonrisa burlona.
-Lo ves... te... te lo dije... - dijo Keird moviendo sus alas lo más rápido posible para no desplomarse.
-Ahora ve a la barra y traenos los tragos. - le respondiò cruzàndose de brazos y ampliando su sonrisa.
Desde que se habían conocido, estos dos no se llevaban especialmente bien. Renata y Alvin fueron pareja hace dos años, pero al ver que no funcionaba debido a los labores de ambos (ella como estudiante de biología y él ya graduado y trabajando como remolcador de autos) terminaron su relación. Aunque quedaron como amigos, Alvin seguìa viendo a Renata como su novia. Y los acercamientos de Keird a esta no le hacían nada de gracia. Keird tampoco lo estimaba. No se dejaba de preguntar como alguien insufrible como él había estado tanto tiempo saliendo con alguien tan delicada y amable como Renata. Supongo que tendrá una cara oculta que no le muestra a nadie más que en la intimidad. Pero aún así, no se soportaban mutuamente.
-Claro... ya voy... - dijo Keird tomando aliento.
Una lagrima se deslizaba por su mejilla derecha. El proceso de transformación no es nada bonito las primeras veces. Cualquier vampiro, licano o bruja polimorfa te lo dirá. Aunque es como el sexo. Te puede doler o no. Todo depende de cuantos puntos a favor tengas con el Creador. Sigamos.
Keird se movió a empujones. Era como si estuviese nadando en el aire. Pero en vez de manos eran dos alas puntiagudas y en vez de agua era el humo de las máquinas y el aliento olor a alcohol de los jovenes bebedores. En todo momento, Keird pensaba en dejar de aletear como pendejo y dejarse caer. Con suerte, estando ya en el piso, alguien pisaría su diminuto cuerpo y acabaría con su calvario. Pero Renata lo veía a cada momento. Eso pensaba él, ya que si llegaba a mover un poquito la cabeza, sabía que terminaría cayendo al vacío absoulto de las personas bailando. Así que, con todas las fuerzas de su cuerpo vampiro (que en estado de murciélago se reducian un 85%), se dispuso a continuar el vuelo. Bueh, si a eso se le puede decir "vuelo". Más bien parecía el movimiento que hace el torso de un rengo corriendo y agitando los brazos.
Y así, con mucho dolor recorriendo su diminuto cuerpo de... ¿qué? ¿3-4 kilos? Keird llegó a la barra. Sudando hasta en los dedos de las patas e hiperventilandose. Sentía como si hubiese corrido 60km. La bruja de la barra lo atendió, mientras su compañero esperaba el siguiente pedido de los licanos frente a el.
-Ah... ah... ah... - Keird recuperaba el aliento muuuy lentamente.
-Hola, ternura. ¿Qué te sirvo? - dijo amablemente la joven.
-Ah... deme... 2 shoot n' moan... por... favor... - dijo Keird entre inhalaciones y exhalaciones.
La bruja sacó dos copas de detras de ella y, siguiendo el mismo MO de su colega, las llenó de la bebida indicada.
-Ah... gracias... - dijo Keird aun respirando con dificultad.
-No son para ti, ¿cierto? - preguntó la joven.
-Eh... no...
-Entonces que paguen ellos. - dijo con una sonrisa.
-Okey... ah...
Keird aún no se había recompuesto del todo, pero al ver que sus dos acompañantes lo saludaban y lo ovacionaban desde su lugar, reunió los webos suficientes para elevarse, tomar los dos vasos con las patas y llevarselos a sus compis, mientras su cara se ponía roja cómo el infierno.
Por desgracia, solo llegó a lo primero, mordiendose los labios y con los ojos a punto de estallar en lagrimas. La bruja lo miró preocupada.
-¿Necesitas ayuda?
-No no... - dijo mordiendose la lengua. - Lo tengo.
Sujetó las puntas de los vasos con la mayor fuerza posible y se dispuso a voltear. Sin embargo, ocurrió lo que tenía que pasar. Ya sea por su torpeza de novato, ya sea por el mal humor del Creador, ya sea por sus patitas temblorosas, los vasos se soltaron y cayeron.
Encima.
De.
Roke.
El mismo dejó el vaso que tenía en la mano sobre la mesa y se levantó al instante, volteando y enfrentando al murciélago.
-¿Qué. Diablos. Haces?
El corazón de Keird volcó por un momento. La forma lobo de los licanos siempre lo había asustado de pequeño y aún no habìa superado ese miedo.
-Eh... y-yo...
Intentó articular las palabras pero el lobo sujetó su cabeza con ambas manos antes de que pudiera.
-¿¡Buscas problemas, rata con patas!? - dijo Roke bajo la influencia del alcohol.
Keird no paraba de mover sus alas hasta que, de alguna forma, logró salvarse de las garras del licano sin rasguños. Inmediatamente, y con la adrenalina del momento, emprendió vuelo alejandose lo mas rápido posible.
-¡Vuelve acá, bastardo! - dijo Roke persiguiendolo.
-¡No es él el que habla, es el alcohol! - dijo Tablin aún en el suelo.

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